miércoles, 14 de septiembre de 2011

The Dreamers: Capítulo cuatro, Candy.


Capítulo cuatro: Candy.

Al salir de la casa, Mayra y yo no nos hablamos en el camino; ella de vez de en cuando se fijaba que este bien por mi rodilla. No era para tanto, no me dolía como la santísima, pero ardía. Me quedé pensando, oyendo el arrullador sonido del mar. Me tranquilizaba y ponía en paz duda alguna. Me sentí completamente extraña luego de avernos ido de la casa de nuestro vecino, Harry. Sentí su pesada tristeza sobre mis hombros, una gran carga cada vez que me lo cruzara, o cuando lo viera. Era raro saber eso que le ocurría, nunca me pasó algo de esa forma con alguna otra persona.
-Candy, Candy, Candy I can't let you go, all my life you're haunting me... I loved you to  -cantaba Mayra mientras daba pequeños saltitos en la arena.
-Candy, Candy, Candy I can't let you go, life is crazy... Candy baby –continúe, despegando la imagen de Harry en mi mente.
-No sos ninguna tonta, ¿eh? Mira cómo te sabes la canción... -comentó Mayra sin mirarme.
-Me la sé porque me gusta Iggy Pop, además porque es una muy buena canción -Mayra sonrío- Vos sos muy evidente, ¿te dijeron? -ella me miro sorprendida- ¿Vos crees que no me doy cuenta de que estas queriendo hacer que nosotras ''volvamos a amigarnos''? -dije totalmente convencida.
-Me sorprendes cada día, mi querida Mavi -reí- ¿Mejor la rodilla?
-Digamos que sí -esas fueron mis últimas palabras en todo el trayecto.

Al llegar el único de pie era Tomás. Se había hecho adicto al Sudoku, me acerque a él, le quité el pequeño libro y en lo que se dice treinta segundos había colocado cada número en cada uno de los espacios en blanco que en el papel se hallaban. Tomás mi miró sorprendido.
-¿Naciste jugando al Sudoku, Vicky? -pregunto mientras tomaba la lapicera y el pequeño librillo.
-Tampoco es para tanto, es a lo único que se jugar... Y a la sopa de letras también, lo más fácil del mundo -dije.
-Me tenes que enseñar.
-No es cuestión de que te enseñen; es cuestión de práctica -Tomás se colocó en otra postura y prosiguió con lo que hacía antes de mi interrupción.
-Vicky -llamo mi atención mientras colocaba el número 6 entre los números 1 y 3- ¿Mañana que hacemos? Tengo unas ganas terribles de sacar la Reflex 8 y empezar a grabar el mar... Bah, primero que nada, ¿me dejas usar tu Reflex? Di que sí -bromeó.
-Por su pollo.
-Graciela -me agradeció.
-Yo se eso de las palabras rebuscadas, pero que son graciosas. Me las enseño mi hermano Cruz, ¡es un sonso!
-¿Lo de qué? –esbozó desconcertado.
-¿Viste cuando nosotros decimos cosas como ''Permiso dijo un petiso'', ''¿Y bosqué?'', ''Graciela'' -él asintió con la cabeza- Bueno, escucha: ''Holanda, ¿qué talco?'', ''Naranja, ¿y bosque?'' Es ridículo, como mi hermano, cuando se pone así de cómico -reímos.
-Que genio mi primo -lo mire mal-. Ya se, estamos casi en la misma situación... Cuestión de la edad... Es cosa de varones inmaduros...
-Me di cuenta -Tomás me pellizco el brazo, moví la pierna y me pegue la rodilla contra la mesa petiza que estaba en el centro del living- ¡Ay, carajo, por la santa Virgen María y todos los Santos! -gemía del dolor y hacía ruidos con los dientes, mis ojos cerrados forzosamente y mis manos acariciando la rodilla.
-¡¿Qué te pasó?! -se paró y vio como el algodón se teñía de un rojo violáceo.
-¡Me tropecé con un chico en la playa y me raspe muy mal con la arena!

Enseguida Tomás subió al segundo piso y entro al baño. Para su <<suerte>> estaba Mayra desvistiéndose, ambos se quedaron en silencio y no emitieron ningún sonido. Sin dejar de observar a Mayra y ella sin dejar de observar a Tomás, como pudo, me trajo más algodón.
-Quedate quieta -dijo una vez sentado al lado mío.
Agarró mi pierna y la colocó suavemente encima de las suyas, quitó el viejo algodón con cuidado y de apoco fue poniendo el otro justo encima de mi herida. Luego lo adhirió con cinta y me miro asustado.
-¿Por qué esa cara, Tomi? -baje mi pierna de la suya.
-No sé por qué creo que me vas a dar tremendo cachetazo -se alejó unos centímetros.
-¡Yo no te voy a pegar, loco! -me levante a las puras carcajadas.

Me fui a mi cuarto a descansar.