miércoles, 19 de octubre de 2011

The Dreamers: Capítulo siete, Tu silueta permanente en mis fotografías.

Capítulo siete: Tu silueta permanente en mis fotografías.


Luego de mi repentino beso en su mejilla solo pensé en una cosa, y era regresar a la casa. Me sentía en paz, tranquila, bien vivaz. No como cuando me había levantado; completamente adolorida. Mientras fijaba mi vista en el horizonte una pequeña figura se hizo presente, saltando y abanicando sus brazos. Mis ojos, de soslayo, lo veían como una sombra en principios, pero al darme vuelta vi que se trataba de Mayra, quien me hacía señas con sus brazos.
Acercándome a ella no pude evitar sonreír, es más que común en mí que sonría todo el tiempo gracias a cualquier cosa pero, esta vez sonreía por verla a Mayra y notar que a sus espaldas estaban ellos.

Entre a la casa sin vacilar. Nos dirigimos al comedor y allí estaban todos. Tomás en la punta superior a mí, con su rostro escondido entre sus brazos, Mariano estaba en la punta inferior a mí, jugando con los utensilios. Natalia deambulaba por alrededor de la mesa fijándose si todo estaba en orden, acomodando los platos y los vasos. Florencia, quien estaba sentada entre Mariano y una silla vacía, miraba un punto imaginario. Luz estaba enfrentada a Florencia y sentada en diagonal a Mariano, solo hacía garabatos en una servilleta. Mayra me dijo que se sentaba al lado de Florencia, y yo en el otro lado de la mesa, entre Tomás y Natalia.
Una vez el puré, la merluza, la sal, los aderezos, el agua, el jugo, el agua gasificada, las galletitas de agua y todos bien ubicados alrededor de la mesa, comenzamos a comer. En el tramo del almuerzo hablábamos, opinábamos, nos contábamos chistes y cosas de cómo fue nuestra mañana.
-Hace como un mes, antes de venir a Cariló, me llamo mi prima y me dijo: ''Cuando estés en la costa avisame, así voy'' y yo... -comente interrumpida por Mayra.
-Imagino que le habrás dicho que no, ¿no? -exclamó ella.
-Si no me interrumpieras a cada rato te lo diría... -dije dulcemente e hice un ademán y ella miro hacía su plato nuevamente- Bueno –nos obstante tomé aire y proseguí-. Le dije que no ahora, que viniera cuando estemos bien instalados nosotros... Cuando ya conozcamos bien el lugar -finalicé.
-¿Es Anabella, no? -pregunto Luz.
-¡Sí, es esa! -señalo Florencia-. Me acuerdo que cuando me vio comenzó a imitar mi ''look''.
Levanté mi ceja izquierda.
-Bueno, basta -suspiro Mariano acariciando su chata panza, bien satisfecho-. Nati, te re pasaste con la Merluza, muy buena.
-¡Ay, gracias! -sonrió y le dio un mordisco a su comida
-¡Ey! Conste que y también ayudé... -dijo Tomás, mientras me miraba- Y mi prima hizo el puré.
Todos, exceptuando a Natalia y a Tomás me miraron sorprendidos.
-¿Qué? ¿Qué me miran? -pregunte mientras encogía mis hombros.
-¿Vos hiciste el puré, en serio? ¡Dale, no me jodas! -grito Florencia.
-No grites -contesté-. Tampoco soy un desastre total, el puré es algo común, cualquiera lo hace.

-Sí, pero vos no sos cualquiera -agrego Luz-. Vos sos ''El Desastre en La Cocina'', o peor diría yo -todos rieron menos Mayra, mi primo Tomás, y obviamente yo.
-Gracias por rebajarme y hacerme sentir mal -me levanté y me fui.
-¡Mavi! -grito Mayra; no me interesó.
-¡Vicky! -mi audición noto la voz de Tomás.
-¡Luz, ¿cómo le vas a decir eso?! Mavi se ofende y es extremadamente sensible... -llegue a escuchar que dijo Mayra, antes de subir las escaleras.

Me dirigí directo a mi habitación y saqué mi cámara fotográfica instantánea de adentro del gran baúl que se ubicaba a los pies de mi cama. No tenía ganas de ir a buscar el equipo de fotografía que estaba en el arcón, al finalizar el modular que se ubicaba en el comedor de la casa.
Tomé fotografías del Sol, del mar, del ventanal de mi cuarto, del balcón de piedra y madera, de la concha de mar y los demás moluscos que había recogido en la arena que estaban esparcidos por mi repisa. También le tomé fotografías a las pocas personas que caminaban en la orilla del mar o a esas pocas personas que utilizaban al Sol como una fuente intensa de calor, tan poderosa, que tostaba su piel.
Con mi segundo ojo (además del diestro verdadero), pude intensificar la mirada. Sin darme cuenta comencé a tomarle fotografías a mi querido vecino, lo hacía inconscientemente. Mientras más fotografías le tomaba, más fotografías caían al suelo de mi balcón. Baje la lente y lo presencié como si nunca en mi vida hubiera visto a alguien más hermoso; lo contemplé de una manera en la que nunca pude apreciar cualquier otra belleza. Se me hacía claro y extraño, pero, yo sabía que algo me ocurría o que algo me había ocurrido cuando por primera vez sus glaucos ojos se toparon con los míos. No estaba equivocada, pero pensaba que entre el día de ayer y hoy hubo algo en él que me atraía de manera brutal. Nunca me había sucedido pero, ¿no es que existe el amor a primera vista? ¿O acaso es solo algo pasajero? Esperaba más que nunca darle erróneamente a mis cuestiones, pero por mucho que yo quisiera estaba claro: me gustaba Harry. O al menos eso creía.

Él estaba ahí, lo sentía como distante, caminando por la ardiente arena. Quería gritar para llamar su atención, y con mucha alegría y énfasis lo saludarlo, quizás por segunda vez en el día. Hasta que para mí descontento aquella muchacha apareció y lo tomó fuertemente del brazo, y notaba que con él hablaba, porque sus comisuras iban de arriba a abajo y de costado a costado. Como no soy una persona discreta, el Sol hizo un reflejo en la lente de mi cámara que luego se reflejó justo en los ojos de Harry, este perturbado por el brillo giró y me vio allí parada, con mi cuerpo encima del balcón, mi cabeza apoyada con todo su peso en mi mano derecha y mis ojos al frente, decididos a observarlo; al percibir mi mirada sonrió y yo, sin evitarlo, hice lo mismo.
Segundos después, alguien llamó a mi puerta.

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